Para lograr compartirles una respuesta completa a esta pregunta, es preciso comenzar explicando qué es el Sistema Endocannabinoide.
El sistema endocannabinoide (S.E.C) está compuesto por receptores cannabinoides y por los endocannabinoides. Estos dos interactúan del mismo modo que una llave y una cerradura. Los receptores cannabinoides son proteínas de membrana celular que se unen a los endocannabinoides, e interactúan como una llave al unirse a los receptores. Esta activación produce cambios dentro de las células que derivan en las acciones finales del Sistema Endocannabinoide sobre los procesos fisiológicos del cuerpo. El Sistema Endocannabinoide se implica en una amplia variedad de procesos fisiológicos (por ejemplo la modulación de la liberación de neurotransmisores, la regulación de la percepción del dolor y las funciones cardiovasculares, gastrointestinales y hepáticas).
El nombre “Sistema Endocannabinoide” resulta por el hecho de que este sistema endógeno es el que se beneficia por la ingesta de fitocannabinoides que actúan de forma similar a las moléculas que produce el propio cuerpo. (Anandamida y 2-AG son dos de ellas). Desafortunadamente a veces el cuerpo no produce estas moléculas en cantidades suficientes.
Ahora que sabemos de la existencia del S.E.C, veamos los efectos del THC.
Como hemos visto, nuestro cuerpo fabrica de manera natural algunos cannabinoides que participan activamente en el traspaso de información entre neuronas en la sinapsis en el sistema nervioso.
Estos cannabinoides, entre los que se destacan la Anandamida, cuentan con el apoyo de unos receptores dedicados a ellos llamados receptores CB1 y CB2.
La entrada del THC en el organismo origina efectos psicoactivos al intervenir en los receptores cerebrales CB1 y CB2.
En el sistema nervioso se transmite información y órdenes necesarias para la correcta funcionalidad del placer, la memoria, el razonamiento, la capacidad para concentrarse y coordinar adecuadamente los movimientos del cuerpo, además de controlar la percepción espacio-tiempo del individuo.
Además de estos efectos aislados en función de áreas concretas en las que actúe, el THC también activa el sistema de gratificación del cerebro, el mismo que funciona como generador de placer cuando tenemos relaciones sexuales o nos alimentamos.
Este hecho hace que el cerebro libere cantidades sobrenaturales de dopamina que se encarga de hacernos sentir placer y es el objetivo que buscan los consumidores recreacionales de marihuana.
En resumen, el tetrahidrocannabinol o THC, tiene el mismo efecto en nuestro cerebro que la Anandamida: a corto plazo, sensación de bienestar y amplificación de las sensaciones placenteras, elevación del umbral de dolor, y también cierta interferencia con la formación de recuerdos y con las funciones motoras.
Para finalizar, los efectos del THC pueden resumirse sabiendo que ayuda con las siguientes acciones: comer, dormir, relajarse, proteger y olvidar.
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